martes, 17 de noviembre de 2009

Mas chistes colorados


Chequeo medico

Juan tenía mucho éxito en su carrera, no tenía problemas económicos y era muy querido por sus amigos. Sin embargo, con el tiempo empezó a
sufrir dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron aumentando de intensidad hasta llegar a ser insoportables.


Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser afectados por este problema, Juan se decidió a consultar con un médico. El especialista le examinó, realizó varios análisis, le tomó radiografías, muestras de sangre, heces, orina, y por fin le dijo:
- Le tengo una noticia buena y una mala.


La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo. Sufre una rara anomalía en la que sus testículos oprimen la base de su columna vertebral, y eso es lo que le causa dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extraer sus testículos.
Juan quedó anonadado y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban día a día, y preso de la deseperación decidió someterse a la operación.


Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo (obviamente).


Caminando reflexionó,ydecidió que, puesto que se
sentía como una nueva persona, empezaría de nuevo, disfrutando cada momento.


Animado, pasó frente a una sastrería. Entró y le dijo al vendedor que necesitaba un traje nuevo. Este le observó y dijo:
- Muy bien, es talla 44.
- ¡Exacto! ¿Cómo lo supo?
- Es mi trabajo.
Juan se probó el traje, y le quedó perfectamente. Mientras se observaba en el espejo, el vendedor le dijo:
- ¿Qué le parecería una camisa nueva?
- Claro, ¿porqué no?
- Veamos, necesita una 34 de mangas y dieciséis de cuello.
- ¡Exacto! ¿Cómo lo supo?
- Es mi trabajo.
Juan se probó la camisa, que le quedó muy bien. Mientras se veía en el espejo, el vendedor le dijo:
- Le convendría tener también zapatos nuevos.
- ¡Por supuesto!
- Deben ser de talla nueve y medio.
- ¡Exacto! ¿Cómo lo supo?
- Es mi trabajo.
Mientras Juan admiraba sus zapatos nuevos, el vendedor le preguntó:
- ¿Desearía también ropa interior nueva?
- ¡De acuerdo!
- Muy bien, debe ser calzoncillo de talla treinta y seis.
- ¡No, amigo, se equivoca. He usado la talla treinta y cuatro desde los veinte años!
- ¡¡No es posible que use la treinta y cuatro. Le presionaría los testículos contra la base de la columna vertebral y le producirían un terrible dolor de cabeza…!!



Un hippie se sube a un autobús y se sienta detrás de una monja y le dice:
- Quiero hacer el amor con usted.
Por lo que la monja le dice:
- Yo soy monja y no puedo hacer el amor con nadie.
Poco después la monja se bajó del camión. El chofer le dijo al hippie:
- Yo sé cómo puedes hacerle el amor a la monja….
Y el hippie le contestó:
- ¿¿Cómo??
El chofer le contesta, que cada martes la monja va al cementerio a media noche a rezar y que una buena idea sería que él se pusiera una túnica y algo de polvo blanco en la cara que así ella creyera que es Dios… ¡no podía fallar!
El siguiente martes el hippie hizo lo que el chofer sugirió y esperó a la monja en el cementerio. La monja apareció y se hincó a rezar. En eso el hippie se para al frente de la monja y le dice:
- Yo contesto a tus rezos pero primero tienes que hacer el amor conmigo.
La monja se sorprendió al ver a Dios al frente y dijo que estaba bien pero que tenía que ser por detrás ya que quería mantener su virginidad.
La monja se subió el vestido y el hippie le hizo el amor por detrás. Cuando terminó, se quitó la túnica y gritó:
- Jajajajajajaja……..soy yooooo, el hippie!!!
Entonces la monja se quito el vestido y grito:
- Jajajajajajaja….soy yooooo, el chofer!!!



Un americano en Japon

Un Americano, de visita de negocios a Japón, tras una intensa jornada de negociaciones, recurre a los servicios de una dama de compañía por horas.
Total, que se la lleva a la habitación y se pone en faena, con energía y mucha calentura.
El americano, que nunca ha estado muy seguro de su habilidad sexual, está encantado. El dale que dale y ella se pasa la noche entera moviendo los brazos como loca y gritando:
“¡Fo Bla! ¡Fo Bla!”
El Americano da por supuesto que la tía está entusiasmada y que le felicita por sus proezas.
Al día siguiente se va a jugar al golf con uno de los empresarios japoneses, que hace un lanzamiento muy bueno; el americano ve la oportunidad de hacerse el simpático halagando al japonés en su idioma nativo, así que exclama “¡Fo Bla! ¡Fo Bla!”.
El japonés se da la vuelta, le mira con cara de sorprendido y dice:
“¿Me he equivocado de agujero?”

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