Las estatuas
Son dos estatuas, un chico y una chica, desnudas una frente a la otra en medio de una plaza... se les aparece Dios:
- Hola chicos, como lleváis 200 años uno frente al otro sin pestañear y habéis sido buenas estatuas, os voy a conceder un deseo.
Las estatuas contestan al unísono:
- Dios, nuestro deseo es ser humanos.
Y Dios contesta:
- Ese deseo es muy difícil, pero bueno... os lo concederé. Seréis humanos durante 10 minutos, procurad aprovecharlos.
En esto que las dos estatuas se vuelven humanas. Rápidamente bajan de los pedestales en los que estaban y se van detrás de unos matorrales. Al momento empiezan a oírse ruidos:
- Ahh, así, así, uyyyy, sigue, sigue, no pares!!!... Cómo me gusta, como disfruto!!!
A los cinco minutos se acerca Dios y les dice:
- Daos prisa que solo os quedan 5 minutos.
Y detrás de los matorrales se escucha a la estatua femenina decir:
- ¿Oíste?! Date prisa, ahora me toca a mí, tu sujetas a la paloma y yo me cago en ella.
Prostíbulo de Monjitas
Va un tipo en su coche por la carretera, cuando ve un letrero:
- Prostíbulo de las Hermanitas de la Caridad, 1 Km.
Al tipo le pica la curiosidad, y se dirige hacia allí. Llega a un antiguo convento donde hay un letrero que dice:
- Bienvenido al Prostíbulo de las Hermanitas de la Caridad.
El tipo estaciona, llama al portón y le abre una monjita muy coqueta, quien en silencio lo hace pasar.
En un pasillo se encuentra otra monjita suculenta, con una cestita y un letrero en la mano que dice:
- Deposite 100 euros en esta cesta y diríjase a la puerta del fondo.
El tipo mete en la cesta los 100 euros, y se va caliente hacia el final del pasillo donde hay una puerta.
La abre desbordante de deseo, y....¡¡¡oh sorpresa!!! se encuentra con que da justo al estacionamiento donde dejó su auto.
Allí hay un rutilante letrero luminoso que dice:
- A usted se lo acaban de coger las Hermanitas de la Caridad. Vuelva pronto y que tenga un buen día.
Mi primera vez (confesion de un adolecente)
Me acuerdo de mi primer condón, era cuando tenía como 16 años...
Fui a comprar un paquete de condones. La empleada de la tienda era muy atractiva, y se dio cuenta de que yo era completamente novato en esas cuestiones.
Me entregó el paquete y me pregunto si sabía cómo usarlos.
Yo le contesté con sinceridad:
- No.
Así es que ella abrió el paquete, tomó uno de los condones y se lo puso en el pulgar.
Ella me dijo que me asegurara que quedara ajustado y seguro.
Yo, aparentemente, lucía confundido.
Ella revisó la tienda. Estaba vacía.
Me dijo:
- Espérate un minuto -se dirigió a la puerta y la cerró con llave-.
Tomándome de la mano, me llevo a la trastienda, se desbotonó la blusa y se la quitó... Se desabrochó el sostén y lo dejó de lado. Me preguntó:
- ¿Te sientes excitado?
La verdad es que yo era tan bobo, que todo lo que puede hacer fue asentir con la cabeza.
Me dijo que era hora de ponerse el condón.
Mientras yo me lo ponía, ella se quitó la falda y las pantaletas y se acostó en el escritorio.
- Ándale -me dijo- No tenemos mucho tiempo.
Me le subí.
Fue fantástico, desafortunadamente no duré mucho, y en unos cuantos minutos todo había terminado.
Se me quedó mirando con el ceño fruncido.
- ¿Te pusiste el condón?
- Claro, -le dije, mientras le enseñaba... el pulgar...-
Son dos estatuas, un chico y una chica, desnudas una frente a la otra en medio de una plaza... se les aparece Dios:
- Hola chicos, como lleváis 200 años uno frente al otro sin pestañear y habéis sido buenas estatuas, os voy a conceder un deseo.
Las estatuas contestan al unísono:
- Dios, nuestro deseo es ser humanos.
Y Dios contesta:
- Ese deseo es muy difícil, pero bueno... os lo concederé. Seréis humanos durante 10 minutos, procurad aprovecharlos.
En esto que las dos estatuas se vuelven humanas. Rápidamente bajan de los pedestales en los que estaban y se van detrás de unos matorrales. Al momento empiezan a oírse ruidos:
- Ahh, así, así, uyyyy, sigue, sigue, no pares!!!... Cómo me gusta, como disfruto!!!
A los cinco minutos se acerca Dios y les dice:
- Daos prisa que solo os quedan 5 minutos.
Y detrás de los matorrales se escucha a la estatua femenina decir:
- ¿Oíste?! Date prisa, ahora me toca a mí, tu sujetas a la paloma y yo me cago en ella.
Prostíbulo de Monjitas
Va un tipo en su coche por la carretera, cuando ve un letrero:
- Prostíbulo de las Hermanitas de la Caridad, 1 Km.
Al tipo le pica la curiosidad, y se dirige hacia allí. Llega a un antiguo convento donde hay un letrero que dice:
- Bienvenido al Prostíbulo de las Hermanitas de la Caridad.
El tipo estaciona, llama al portón y le abre una monjita muy coqueta, quien en silencio lo hace pasar.
En un pasillo se encuentra otra monjita suculenta, con una cestita y un letrero en la mano que dice:
- Deposite 100 euros en esta cesta y diríjase a la puerta del fondo.
El tipo mete en la cesta los 100 euros, y se va caliente hacia el final del pasillo donde hay una puerta.
La abre desbordante de deseo, y....¡¡¡oh sorpresa!!! se encuentra con que da justo al estacionamiento donde dejó su auto.
Allí hay un rutilante letrero luminoso que dice:
- A usted se lo acaban de coger las Hermanitas de la Caridad. Vuelva pronto y que tenga un buen día.
Mi primera vez (confesion de un adolecente)
Me acuerdo de mi primer condón, era cuando tenía como 16 años...
Fui a comprar un paquete de condones. La empleada de la tienda era muy atractiva, y se dio cuenta de que yo era completamente novato en esas cuestiones.
Me entregó el paquete y me pregunto si sabía cómo usarlos.
Yo le contesté con sinceridad:
- No.
Así es que ella abrió el paquete, tomó uno de los condones y se lo puso en el pulgar.
Ella me dijo que me asegurara que quedara ajustado y seguro.
Yo, aparentemente, lucía confundido.
Ella revisó la tienda. Estaba vacía.
Me dijo:
- Espérate un minuto -se dirigió a la puerta y la cerró con llave-.
Tomándome de la mano, me llevo a la trastienda, se desbotonó la blusa y se la quitó... Se desabrochó el sostén y lo dejó de lado. Me preguntó:
- ¿Te sientes excitado?
La verdad es que yo era tan bobo, que todo lo que puede hacer fue asentir con la cabeza.
Me dijo que era hora de ponerse el condón.
Mientras yo me lo ponía, ella se quitó la falda y las pantaletas y se acostó en el escritorio.
- Ándale -me dijo- No tenemos mucho tiempo.
Me le subí.
Fue fantástico, desafortunadamente no duré mucho, y en unos cuantos minutos todo había terminado.
Se me quedó mirando con el ceño fruncido.
- ¿Te pusiste el condón?
- Claro, -le dije, mientras le enseñaba... el pulgar...-
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